El consumo de tabaco contribuye directamente al aumento del efecto invernadero, con una producción mundial de CO2 de 225.000 toneladas de este gas, o sea, la misma cantidad que producen 12.000 coches que realizan 10.000 km cada uno.
Uno de los países africanos más afectados por las explotaciones del tabaco es Malawi, que está perdiendo una gran superficie arbolada de sus sabanas, uno de los ecosistemas más frágiles a la erosión cuando se deforesta.
El consumo de productos de tabaco tiene una repercusión directa sobre el medio ambiente, aunque no sea inmediata. Las grandes multinacionales del tabaco apuestan por la producción en países del Tercer Mundo y, en consecuencia, los fumadores contribuyen directamente a la destrucción de las selvas tropicales
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